jueves, 15 de mayo de 2014

300. El nacimiento de un imperio (2014)

300. El nacimiento de un imperio (2014)

No cabe duda de que las segundas partes no suelen ser buenas y esta cinta es prueba de ello. A decir verdad esta fue una de esas películas a las que les rehuí hasta el último momento, primero porque es una secuela y evidentemente  tendría muy difícil igualar a su predecesora, y en segundo lugar esa no venía respaldada por una novela gráfica exitosa.
Y es que si lo miramos bien esta segunda parte no es siquiera una secuela, no es algo que suceda "después de". Lo más correcto es decir que este es un "spin off", algo derivado para sacar algo de ganancias de un producto que ya estaba.
A pesar de todo, la acción que mostraban los promocionales parecía prometer un buen rato de entretenimiento del nivel más sádico, así que me chuté la película. Casi de inmediato comenzaron las decepciones. Lo que mostraba la propaganda era casi toda la acción que podía verse en la cinta. Los efectos por computadora eran aún más exagerados que su predecesora y a diferencia de esta, donde predominaban los colores negro, amarillo y rojo dándole a todo un sentido muy agresivo, en esta predominaban los colores azules y negros, dándole a todo un sentido más bien pasivo. Incluso la sangre se veía más purpura que roja.
La cinta nos muestra la otra gran ofensiva que llevó a cabo el emperador persa Xerxes contra Grecia. En la primera cinta vimos la batalla de las Termopilas, el intento de los persas de avanzar sobre Esparta. En esta ocasión debemos ver la ofensiva marítima que realizaron los persas contra las ciudades estado griegas.
Ya no está el temerario Leónidas, en lugar tenemos a Temístocles (hay que admitirlo, el nombre no tiene ningún cache, pero así se llamaba el tipo… ni modo) quien trata de comandar la armada de la liga de ciudades griegas. Y aquí tenemos la primera decepción. Mientras que los espartanos eran los chicos rudos del mundo griego ahora los protagonistas son los atenienses, los más “civilizados” de Grecia… por lo que su porte ya no es tan rudo ni temerario como lo fue en la primera película. Por si ello fuera poco tenemos uno más de los cocos de los directores: poner a personas rucas a interpretar a cavos; y es que hay un personaje recurrente al que tratan como a un niño pero que ya muestra arrugas.
Pero vamos a ver a los villanos. Esta vez el tiránico Xerxes viene acompañado de una comandante de origen griego que clama venganza contra las naciones griegas. Todo bien… hasta que vemos la introducción de la batalla de Maratón. No sé por qué insisten en llamar a Xerxes niño en esta parte de la película si ya tiene una barba notable… de hecho tiene más barba ahí que cuando se vuelve semidiós cubierto de spray dorado. La secuencia también sirve para introducirnos a Artemisa, la villana en turno que se encargará de la flota persa mientras Xerxes trata de darle cuello a Leónidas. Este personaje pintaba para ser la villana de la temporada: obsesionada con acabar con Grecia, vengar la muerte de Darío (a manos de Temístocles), convertir a Xerxes en un dios, cobrarse su infancia miserable y vengar la muerte de su familia a manos de guerreros griegos. Lamentablemente toda la sed de venganza se desinfla para dar paso a una desenfrenada pasión sexual por Temístocles, lo cual los hace entrar en una suerte pelea calenturienta. Sí, la batalla de la flota griega contra la persa cambia a un enfrentamiento de alcoba. No quiero ser quisquilloso pero creo que metieron la pata al transformar la sed de venganza de Artemisa (quien vio morir a su familia, vio como violaban a su madre, fue abusada sexualmente como niña esclava, vio morir al emperador y manipuló al heredero para convertirlo en dios y provocar la guerra) en una obsesión sexual por el asesino del emperador. Dicha trama solo sirvió para convertir una sed de venganza genuina en una frustración sexual… y para meter una escena sexual con bubis al aire incluidas.
Pero vamos a las batallas. Sobra decir que la acción en el mar tiene una velocidad distinta a la de tierra, pero aun así se siente que no hubo demasiado esfuerzo en hacer las cosas interesantes. Leónidas enfrentó a “los inmortales”, a un troglodita que no sentía dolor, a elefantes, a un rinoceronte, a diversas cuadrillas de guerreros de todo el imperio persa y hasta a un grupo de “hechiceros” que arrojaban granadas. Era exagerado pero a más de uno nos arrancó un “wow!”. En cambio Temístocles enfrenta a barcos y más barcos a los que no les vemos ninguna diferencia o innovación. Lo más interesante que sale es una especie de buque petrolero que va arrojando combustible por donde sea que pasa… eso y los buzos suicidas.
Lamentablemente esta cinta no cubre las expectativas. Es inferior a su predecesora en todo aspecto, ni siquiera las retrospectivas la ayudan.

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