Candy Candy (1976)
Siguiendo con la corriente
de series animadas japonesas creadas para estrujar los lagrimales de niños y
niñas encontramos a “Candy Candy”. Esta
es una serie creada explícitamente para el público femenino preadolescente, por
lo que la trama va a ser un desborde de romanticismo y drama.
La historia comienza con
una bebé abandonada en un orfanato en una noche nevada en algún lugar de Michigan…
de hecho son dos bebés, una niña rubia a la que llamarán Candy y otra de pelo
oscuro que llamaran Annie. No sé si se supone que sean hermanas, no creo pues
no se parecen, pero me resulta difícil pensar que dos mujeres desesperadas
coincidieran en el mismo orfanato la misma noche para entregar a sus hijas.
Pero sigamos que no va a ser el único hueco de la trama de una caricatura donde
muestran macacos en los arboles de los Estados Unidos.
Las dos mocosas crecen como
las inseparables amiguis hasta que… las separan. Y es que Annie no se aguantó
las ganas de ser adoptada y se fue tan pronto pudo. Lo que deja desolada a la
Candy. Pero como bien dicen, “cuando se cierra una puerta se abre una ventana”
y la rubia descubre a un galán vestido de escocés al que llamaremos “Príncipe
de la colina”. La obsesión de la Candy con el sujeto irá a tal grado que
aceptará ser adoptada por la familia Leagan solo porque su escudo familiar se
parece al que le vio al susodicho escoces.
Lo que probablemente no le
explicaron bien a Candy fue que no la estaban adoptando como una hija sino para
la dama de compañía de la verdadera heredera: la señorita Eliza, quien tiene un
hermano llamado Neil. Así la rubia entra de lleno a ser un elaborado plagio de
la cenicienta donde una de las hermanastras es hombre. Eliza y Neil se la viven
“Bullyando” a Candy hasta que esta es degradada a mucama y obligada a vivir en
el establo. Empiezo a creer que los animadores se equivocaron al ponerle color
de piel. Hay que aclarar algo, la serie parece estar ambientada a finales del
siglo XIX y principios del XX, vamos que es una telenovela “de época” como tantas
que nos ha enjaretado televisa. Digo esto porque vamos a ver un sinnúmero de
cosas que podrían parecernos carentes de lógica y sentido común pero que para
la época eran cosa aceptada… o más bien cosas que los creadores creyeron que
era aceptable para la época. Pero sigamos.
Con todo la Candy se las
arregla para buscar chicos… o mejor dicho encontrarlos por casualidad. Así
conoce a Archibald “Archie” Cornwell, Alistair
“Stear” Cornwell (no Aleister Crowley, aunque hubiera estado mucho más
interesante) y Anthony Brower. Como veremos ahora la chica tiene un bufete de
testosterona dulzona del cual escoger, y no solo eso, el trío pertenece a la
adinerada familia Aldrey, parientes empoderados de los Leagan pero con pocas simpatías
hacia los hermanastros bullies. El sueño de toda chamaca.
Hasta ahora tenemos el esquema prototípico de cualquier telenovela,
pero la telenovela no estaría completa sin giros estúpidos sin razón aparente…
y es aquí donde entra un ermitaño llamado Albert, un viaje-exilio a México, un
secuestro, un escape y un largo camino
de regreso a casa… de los Aldrey, donde se entera de que todo fue un truco para
adoptarla. Da gusto saber que hay gente dispuesta a ayudar sin tomarse
molestias como avisar primero.
Sin duda vivir en una mansión, con tres hermanastros guapos y castos
sería el sueño de toda jovencita… o al menos eso pretende mostrarnos esta
serie, pero no vamos ni la mitad y hay que rellenar capítulos. ¿Cómo lo
lograron? Los hermanos Leagan continúan con
su bullying, ahora a larga distancia y usando a la matriarca de los
Aldrey, la tía abuela Elroy. La mujer es convencida de que la Candy es una mala
influencia… ¿Entendí bien? ¿Adoptan a una jovencita para tenerla viviendo entre
varones adolescentes con cerebro de chorlito y bolcillos rebosantes de dinero y
Ella es la mala influencia? Y como los tres pretendientes se llevan demasiado
bien como para que la trama avance a alguna dirección fue necesario meter a un
tipo pobre llamado Tom.
Pero hasta el momento hemos tenido solo dramas nimios para drenar los
lagrimales. La primer muerte llega justo cuando, finalmente, Anthony y Candy se
vuelven novios… ¿Adivinan quién es el occiso? Es durante una cacería de zorros
que el caballo del chico pisa una trampa, brinca herido y derriba a su jinete.
Al tener el mal tino de aterrizar con la cabeza, el muchacho muere instantáneamente
antes de revelar a Candy quien era el verdadero “príncipe de la colina”. Cosa
graciosa esa de la muerte al caer del caballo considerando que ese mismo
personaje había ganado en un rodeo un par de episodios antes.
Candy se derrumba al grado de volver al “Hogar de pony”, el orfanato
del que nunca debió salir. Vive algunas aventuras y luego es llevada al “Real
Colegio San Pablo” en Inglaterra. En el camino conoce a un tal Terry, galán de
reemplazo, guapo como los anteriores, de buen corazón pero algo borracho y
pendenciero. En resumen el tipo de personaje que las niñas siempre quieren
ayudara a cambiar. Claro que no podían
empezar con el pie derecho, eso lo habría hecho sumamente fácil, así que Terry
se burla de las pecas de la protagonista y eso le gana la antipatía de esta.
Por cierto que este sujeto también es de buena familia.
Como la trama no puede quedarse sin giros innecesarios en el colegio
se encuentra con Stear y Archie, los galanes sobrevivientes… y con Eliza y
Neil, los hermanastros malvados. Y claro, Terry, el galán recién llegado
también estudia en el mismo colegio.
En el colegio se hace amiga de Patricia "Patty" O'Brien, de
quien se hace amiga después de ayudarla a esconder a su abuela… WTF?? Oh si…
también llega Annie, persiguiendo a su “amado” Archie. Pero este escoge a
Candy. Pero Candy lo rechaza. Eliza se entera de todo y comienza a hacerse un
batido intrigoso de película para adolescentes… ¿ira a haber un baile de
graduación también? También llega Albert, que se hace amigo de Terry. Terry se
enamora de Candy, Candy de Terry… Candy le tiene miedo a los caballos. Eliza
les tiende una trampa y Candy es expulsada, pero los otros dos galanes en fila
de espera entran al rescate… pidiéndole ayuda
a Terry, quien pide ayuda a su padre (puro junior al fin y al cabo). Terry
termina volviendo a estados Unidos y Candy abandona el colegio pues ya no tiene
caso estar ahí sin él… y yo que pensaba que los colegios eran para estudiar. La
Candy vuelve a América, para buscar a Terry y así pasará un buen rato.
Candy, después de algún tiempo, decide convertirse en enfermera, para
lo cual entra a la escuela Mary Jane. Cuando se entera de que Terry se ha
vuelto actor y va a presentarse en Chicago decide ir a buscarlo, pero no cuenta
con que hay otra chica en cuestión, una tal Susana que hace de todo por evitar que
los dos se encuentre y así poder quedarse con el galán. Después Albert llega como paciente amnésico,
por lo que Candy se esfuerza para obtener el título y así poder ser su
enfermera de cabecera… y llevárselo a su
casa. Pero lo de Terry sigue pendiente, hasta que Susana lo salva de un accidente en una presentación y pierde la
pierna, lo que obliga al galán a corresponderle por pura culpa. Candy decide
renunciar a Terry. Por si todo este drama fuera poco la primera guerra mundial
está en boga y el otro galan en espera, “Stear” marcha al combate… y muere. Chilladeras por aquí,
chilladeras por allá, desmayos desmayos.
Cuando Candy ayuda a su hermanastro (Neil, el bully) un par de veces, incluso defendiéndolo
de maleantes, este se enamora de ella y trata de obligarla a corresponderle. Albert
recupera la memoria… quien resulta ser el patriarca de la familia Ardley y el
“príncipe de la colina” original. ¿Para qué tanto brinco estando el suelo tan
parejo? Es decir que Candy estuvo siempre con el mero cabecilla de la familia,
pero este prefirió seguirla como el amigo ermitaño y pobre mientras esta iba de
un galán a otro por años angustiosos.
A resumidas cuentas creo que Candy Candy reúne fácilmente lo peorcito
de las telenovelas y las series de adolescentes. Es un melodrama cuya
trama
alcanza puntos absurdos, y no es de extrañar, la serie tuvo 115
capítulos y es difícil
saber cuáles son relleno y cuáles no. Los personajes, como en cualquier
serie
para jovencitas, son lindos hasta niveles insufribles o mezquinos… y
ello se ve
reflejado en sus apariencias. Por ejemplo los hermanastros Eliza y Neil
se les
puso piel morena a pesar de ser tan aristócratas e inútiles como sus
primos bonitos. Las situaciones son trilladas y no enseñan nada útil,
por ejemplo cuando Candy ingresa al colegio no nos muestran las
dificultades del estudio
sino un melodrama clásico de aula donde todo se reduce a una guerra de
popularidad, de bailes y de acaparar chicos.
En cuanto al personaje, he visto que algunas páginas feministas lo
tachan como un mal ejemplo para las niñas, y con buena razón. Si bien es cierto
que Candy es un personaje lo suficientemente fuerte (a veces) como para
entrarle a los trancazos o responderle mal a una autoridad si se lo merece, también
es cierto que gran parte de la serie se la vive de lloriqueos y ruegos. Candy
es capaz de hacer de todo, lo malo es que lo hace por algún hombre… bueno, también
hace sacrificios por sus amigas, sacrificios como…. renunciar a un hombre. Candy
es un buen ejemplo cuando lucha por lo que cree justo, pero cuando sale del
colegio porque el galán ya no está ahí estamos ante un pésimo ejemplo. Aun
cuando lucha por obtener el título de medicina lo hace por un hombre y cuando
arriesga su reputación es por proteger a un hombre.
A veces me preguntó por qué se insiste en hacer estos tipos de dramas
¿Es por idealizar “valores” anticuados? ¿Es para poner personajes “fuertes”
pero “políticamente correctos”? ¿Cuál es el “Encanto” de la época pasada? ¿Es por
qué la gente piensa que la vida antes era más glamorosa o más difícil?
Más información:
http://es.wikipedia.org/wiki/Candy_Candy
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