domingo, 15 de junio de 2014

Los papás de la tele



Los papás de la tele




Mr. Turner (Los padrinos mágicos), Homero Simpson (Los Simpson), Earl Sinclair (Dinosaurios), Hal Wilkerson (Malcolm el de en medio)… ninguno de ellos destaca por su inteligencia pero definen una figura que ya  forma parte de la cultura popular: el padre tonto.
¿Por qué sucede esto? por varias razones. Para empezar de todas las figuras que conforman en núcleo familiar el del padre es la que menos está ligada a este. Culturalmente aún estamos acostumbrados a que sea el padre en encargado de llevar el sustento al hogar, lo que o hace ausentarse de la escena familiar mucho tiempo. Esto ha minado la figura paterna. Si bien antaño era el padre quien “llevaba los pantalones” en la práctica él tiene poca injerencia sobre el control de la familia.
Otro detalle es que culturalmente estamos acostumbrados a que la autoridad sea representada por una figura masculina. Ya sea que hablemos de dios, de la política o del hogar tendemos a imaginar a la autoridad como un varón. Sin embargo en el núcleo familiar es evidente que la autoridad recae en la madre, la parte adulta que permanece en el hogar mientras la contraparte se ausenta en busca del sustento. Estamos pues ante la paradoja que en una sociedad patriarcal el padre no está presente la mayoría de las veces, su poder es prácticamente factico y meramente nominal. El caso más claro lo tenemos en Hal Wilkerson (interpretado por Brian Cranston) quien literalmente ha relegado su responsabilidad en la toma de decisiones a su esposa Lois, una madre dominante y neurótica. La antítesis de lo anterior lo tenemos en Stan Smith (American Dad!), una caricatura de los estadounidenses conservadores, acostumbrado a dominar al grado de mentir y manipular a su propia familia.
En segundo lugar tenemos el hecho de que en la sociedad moderna el trabajo es tomado como algo repetitivo e idiotizante. Así tenemos que Sinclair trabaja tumbando árboles, Homero oprime botones en una consola de una planta nuclear sin tener una idea clara de lo que sucederá. Más aún, la permanencia en este tipo de labores no permite al padre cultivarse en otras actividades y experiencias. Eso lo vemos reflejado en las series animadas con figuras paternas que no son capaces de hacer cosas “hágalo usted mismo” y que se comportan como verdaderos neandertales en cuestiones culturales. Así pues lo que se obtienen son trogloditas que se sientan frente al televisor a ver deportes en lugar de practicarlos.
Más aun, tanto en la ficción como en la realidad estos padres son víctimas de un consumismo incesante, provocado por campañas publicitarias agresivas. Son criaturas que se saben vacías en su contribución para con el desarrollo de la familia y tratan de llenar dicho hueco con objetos materiales, creando así una perversión de su papel como proveedores. El caso más claro es Earl Sinclair, “el poderoso megalosaurio” de la serie dinosaurios. Earl no solo trata de ser reconocido por ser el proveedor, suele sufrir crisis que lo llevan a inventar artilugios con que impresionar a sus hijos o comprar cosas para impresionarlos.
Entonces ¿Estamos frente a una figura atrapada en un círculo vicioso? No del todo. En décadas recientes se ha cambiado el patrón del núcleo familiar. Así, por citar un ejemplo, tenemos a Stuart Pickles (Rugrats), un inventor de juguetes “freelancer” que pasa mucho tiempo con sus hijos y prácticamente nunca sale de casa. También están los padres “mantenidos”. Hal Wilkerson suele quedarse sin empleo en la serie Malcolm in the Middle, por lo que no es raro ver que sea su esposa Lois quien se encargue del sustento de la familia. Otros casos, más radicales, son Hugh Test (Johnny Test) y Richard Watterson (The Amazing World of Gumball), quienes se dedican a los quehaceres del hogar mientras sus esposas trabajan. Siguen siendo tontos pero ya marcan una pauta distinta en el rol que tienen como padres.
Pero sin duda algo que unifica a todos los padres de ficción (al menos a la mayoría) es el amor que pregonan a sus familias al grado de hacer algún trabajo que no les guste (¿Cuándo hemos visto a un padre que ame si trabajo?) y otros tantos sacrificios.

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