miércoles, 25 de junio de 2014

Jugando por amor (2012)



Jugando por amor (2012)



Otra de esas películas que uno no ve a menos que la pongan en el autobús Cuernavaca-México. Comienzo a preguntarme no solo porque las líneas compran estas cintas sin chiste sino porqué Hollywood las hizo en primer lugar.
Esta es la historia de George Dryer, un futbolista retirado que después de cuatro años de haber pateado el balón por última vez se encuentra sin un centavo, debiéndole al casero, sin chamba y vendiendo sus cosas para poder medio pagar las cuentas. Por si ello pareciera poco también tiene cuatro años de divorcio y apenas se las arregla para no fallar a recoger a su hijo al entrenamiento de su equipo de futbol.
Bien. Debo aclarar algo antes de continuar. Los críticos encasillan esta cinta en “Comedia Romántica”, pero lo cierto es que no hace reír (¿Acaso las comedias románticas lo hacen?), de hecho a mí me pareció una cinta bastante tensa y deprimente… veamos por qué. 

 Cubierta del DVD (tomado de http://elbarbazul.blogspot.mx/2013/03/jugando-por-amor-playing-for-keeps.html)

Como el entrenador del equipo del chamaco es un gordo estresado que no les presta atención, los mocosos no tienen ni idea de cómo se patea la pelota… literalmente. Es entonces que “papi ex futbolista” entra en acción nomás por no estar ocioso. A los padres (y madres, que son la mayoría) les gusta cómo les enseña y, así de pronto, ya tiene una chamba. Por si ello fuera poco el tipo también está haciendo su luchita por entrar como comentarista deportivo. Y hay más aún, el patrocinador del equipo de chamacos de pronto le agarra cariño a su nuevo entrenador y empieza a darle dinero y prestarle coches y cosas por el estilo.

Así es. El perdedor que veíamos al inicio de la película de pronto se está pudriendo en buena suerte y, sobre todo, dinero. De ser un ex futbolista divorciado se convierte en el trozo de carne que las mamás solteras y las divorciadas quieren llevarse al plato.
Otro asunto es que hasta el momento no estamos seguros de qué clase de película estamos viendo. Cuando vemos al señor Dryer entrenando niños llegamos a pensar que la película va a ir sobre un equipo de mocosos perdedores que ganan el torneo como sucede en tantas y tantas películas infantiles… pero casi de inmediato los infantes pasan a segundo plano.
No llegamos a divertirnos con las ocurrencias “románticas” y sexuales del ex futbolista con las mamás de los niños que entrena; es más, la intervención del patrocinador barbero y regalero nos hace pensar que de un momento a otro al pobre ex futbolista le va a reventar la situación en la cara y va a terminar mal.
Cuando finalmente parece que la trama va a decantarse por la del padre tratando de salvar la relación con su hijo salta la verdadera trama: el fracasado que trata de recuperar  a la ex esposa. Estaría muy bien… si  no fuera porque la tipa ya tiene pareja y ya está lista una fecha para la boda.

Y aquí me pregunto ¿Tiene esto algún sentido? Hemos estado viendo al tipo experimentar (sin querer, hay que decirlo) con las mamás de los niños a los que entrena… y ahora la trama es de recuperar a la ex esposa. Habría habido mejores resultados si la trama girara en torno a seguir adelante, asimilar que la ex pareja ha vuelto a construir su vida y seguir su ejemplo. En cambio vemos a un hombre que raya en la terquedad al tratar de reconquistar a su ex bajo las narices del futuro nuevo esposo… y al mismo tiempo de mantener a raya a, por lo menos, tres mujeres que tratan de hincarle el diente. Me molesta sobre todo la historia con la comentarista, ella ayuda a nuestro protagonista a obtener una audición, pero ello resulta poco para nuestro “héroe”, quien finalmente la bota “por su hijo”… y si, está el chamaco, quien después de un par de decepciones con su progenitor se da cuenta de la relación que comienza a generarse entre este y la comentarista y hace un berrinche colosal. ¡Por dios! El escuintle tiene como ocho años o más y ha pasado cuatro con los padres divorciados, además conoce de sobra al nuevo futuro esposo de la mamá… las relaciones de su papá no tendrían que afectarle más allá de cuando alteran su horario; en cambio lo vemos llegando a extremos tales como acostarse en la cama de su papá para sabotearle la noche con la comentarista.

Luego está el asunto de la ex esposa. La historia de la “reconciliación” es tremendamente forzada. En primer lugar nunca se especifica qué fue lo que provocó la ruptura en primer lugar ¿Fue infidelidad? ¿Fue alcoholismo? ¿Violencia domestica?... no se nos dice, prácticamente debemos asumir que fue la mala racha del futbolista lo que provocó la separación. No es una cuestión que deba ser tomada a la ligera, en las películas sobre reconciliaciones hay un defecto a superar por parte de una de las partes; en cambio en esta cinta nunca vemos tal defecto, aunque el protagonista sufre de una mala racha la suerte comienza a sonreírle casi desde el principio. ¿Entonces que queda? No estamos seguros qué los separó y por qué deberían volver a estar juntos. Para que tal situación funcione hubo que quitar en lugar de poner; por ejemplo el futuro esposo de Stacie (la susodicha ex) es básicamente una sombra que apenas dice algunas palabras y casi no muestra el rostro.

No alcancé a ver el final pues el trayecto de mi viaje fue más corto que esta cinta, pero creo que no me perdí de mucho. Me causo mucho disgusto la trama tan mal llevada, el que desaprovecharan a actores como Gerard Butler, Catherine Zeta-Jones, Uma Thurman o Dennis Quaidd con personajes sosos y vacíos.  Pero aún me causó más disgusto que se decantaran por la trillada trama de recuperar a la ex cuando a lo largo de la película vemos varias oportunidades en que los personajes podrían haber evolucionado a mejor como para que volvieran al punto de partida. No quiero parecer un amargado pro divorcios, pero hay maneras de hacer las cosas. La película no nos atrapa, no sentimos que los protagonistas deban estar juntos, y sin eso el resto es una pérdida de tiempo.
 


 

 
 

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