jueves, 2 de octubre de 2014

68, de paco Ignacio Taibo II



68, de paco Ignacio Taibo II


Lo ocurrido el año de 1968 ha inspirado muchos libros (siendo el más nefasto “Regina” de Antonio Velasco Piña, mismo que ya he criticado en este blog). Sin duda se ha escrito y se seguirá escribiendo mucho sobre lo ocurrido en la plaza de las tres culturas, sobre la matanza de estudiantes y sus consecuencias; pero la verdadera pregunta es ¿Qué sabemos de aquel movimiento estudiantil? ¿Qué llevó a los estudiantes a movilizarse de forma tan masiva? ¿Por qué el gobierno reaccionó de forma tan violenta?
Paco Ignacio Taibo II hace a un lado su faceta de historiador y novelista y se pone el traje de cronista reseñándonos el movimiento del 68 que a él le toco vivir. Quienes esperen un informe pormenorizado de los acontecimientos de aquel año se llevaran un gran chasco pues no está escrito a forma de crónica sino de recuerdos aislados y notas que se entrelazan para mostrarnos un movimiento que más que hechos fueron una forma de vida para numerosos estudiantes en aquel ya lejano 68.
Taibo II no se pone a explicar razones sino que cuenta anécdotas al narrarnos los orígenes del movimiento. Reconoce un germen que inició en el politécnico como una manifestación en contra de porros y las organizaciones de control estudiantil, pero a la vez nos muestra raíces más profundas en la cultura de entonces: la revolución cubana, el Che, el apoyo a Vietnam… la certidumbre de que el mundo estaba cambiando y se debía ser parte de ese cambio. Taibo II nos cuenta con detalle quienes eran los héroes, cuál era la música imprescindible, qué películas debías ver para saber que eras parte de algo.
El libro nos sumerge en lo que era la vida del estudiante y activista de izquierda. Las marchas, y sus enfrentamientos (si se le puede llamar así a ser apaleado sin oportunidad de defenderse) con los granaderos se intercalan con visitas a los amigos, asuntos familiares, los amores de juventud…
Sin saber cómo se había formado un movimiento. La “primavera de Praga”, “el mayo francés”, movilizaciones estudiantiles en Nueva York y Brasil… las escuelas del politécnico comenzaron la huelga, seguidas pronto por las de la UNAM, siguieron las preparatorias y los normalistas.  Se exigía la liberación de los presos políticos.
El gobierno responde con fuerza. No valió la antigüedad de una puerta de madera, de la época de la colonia, para que la derribaran de un bazukazo. Muertes, arrestos, desapariciones. Los estudiantes respondían reorganizándose, aumentando sus filas, radicalizándose. La prensa se mostraba a favor del gobierno y mentía descaradamente para hacer caer sobre los estudiantes todas las responsabilidades. Marchas. La ciudadanía se pone del lado de los estudiantes. Lo único que el gobierno ofrece es la paz… si los jóvenes se rinden.
Taibo II nos pone en la piel del estudiante-activista de entonces: noches sin dormir, marchas, quedarse a velar en las escuelas tomadas, salir corriendo cuando entran los granaderos, comer poco, escribir mucho…la organización en brigadas, los apoyos de la ciudadanía que se mostraban en forma de plátanos y papas para comer, para alimentar a docenas de jóvenes. Y mientras tanto el movimiento seguía creciendo. Ya no eran solo estudiantes, había obreros, escritores, maestros, artistas...
Marchas, brigadas, granaderos y presos políticos. El movimiento se alarga durante meses. El gobierno trata de entablar dialogo pero cada parte trata de imponer sus términos. El movimiento es infiltrado por la policía. El ejército avanza, con todo y tanques, en Ciudad Universitaria. Y mientras tanto los involucrados deben mezclar el movimiento con la vida privada, que al fin y al cabo no eran cosas distintas.
El ejército devuelve las instalaciones tomadas pero el movimiento no se rinde, la huelga continua. Entonces el ejército ataca el mitin del 2 de octubre en Tlatelolco. Taibo II narra cómo se enteró de ello en Madrid y la forma en que esto le afectó. El golpe del 2 de octubre significó el fin del movimiento, no porque el temor se impusiera sino porque a partir de entonces el 68 sería el año de la masacre estudiantil y no el año en que la juventud mexicana (y del mundo) trató de cambiar el mundo. El orgullo de un pueblo que se levantó y trató de que el gobierno lo viera como a un igual terminaría por dar paso al culto de la derrota, del que cree que ganó porque fue aplastado en una causa justa aunque no exista diferencia entre el antes y el después. Los meses antes del 2 de octubre, todo el activismo y el esfuerzo, terminarían siendo un cero a la izquierda, eclipsado por un número de muertos sin determinar que, según la creencia popular, fueron arrojados al golfo de México en aviones.
Para diciembre de ese año todas las escuelas habían levantado la huelga y volvían a sus actividades normales. El movimiento del 68 terminaría por politizarse, saldrían “herederos” por doquier, también terminaría por convertirse en mito histórico pero no en historia.  Se formarían comisiones para sacar a la luz los crímenes de estado pero no se volvería a buscar un cambio social con tanto ahínco.
Hoy en día el 68 quedó en el pasado, parece más una excusa para que los estudiantes se escandalicen y le rompan os cristales a los McDonals del D.F. que algo que en verdad haya sucedido. 68 es un libro indispensable para aquellos que quieren saber qué pasó en aquel año distante más allá de una masacre en la plaza de las tres culturas. Es un vistazo a una época en que en el aire se sentía que se podía cambiar al mundo.

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