Las diez plagas egipcias.
Hace unos días vi la película “´Éxodo, Dioses y reyes” (2014). Pensé en
hacer una crítica al respecto pero la verdad es que no había mucha tela de
donde cortar. El trabajo de Ridley Scott dio pena, no tiene ni el sentido épico
de “Los Díez Mandamientos” (1956) ni el carisma de “El Príncipe de Egipto”
(1998), trata de imitarlas pero no lo logra y los elementos que introduce –
dios encarnado en un niño que solo Moisés puede ver (cualquier parecido con el
extraterrestre Gazoo de los Picapiedra es mera coincidencia) por ejemplo –
resultan innecesarios.
Por ello he decidido hacer una revisión de las plagas. Si, voy a meterme en
camisa de once varas y examinar a más detalle este pasaje tan pintoresco que es
la primera parte del Éxodo. Antes de comenzar quiero dejar bien claro algo: una
cosa es la biblia y otra muy diferente es la historia, si recurro a ambas en
este texto es por el hecho de que varios pasajes del antiguo testamente fueron
escritos con referencias historias; los pasajes bíblicos son en su mayor parte
fabulas, mitos y leyendas moralizantes, pero ello no evita que los autores
hayan recurrido a datos históricos de su época para darles verosimilitud.
Aclarando lo anterior comencemos.
Ya desde el principio el Éxodo comienza con inexactitudes y supuestos. La
historia de los orígenes de Moisés es harto rebuscada, y por ello mismo podría
ser que hubiera algo de realidad en ella. Si bien los hebreos dan un origen
judío al personaje también aceptan su pertenencia a la corte egipcia y la
familia real. El texto bíblico usa un crimen como medio para que este “protomesías”
salga de Egipto, al desierto, y reciba el mensaje divino. A pesar de ya haber
formado una vida en el destierro Moisés decide regresar a “liberar a su
pueblo”. Como se puede adivinar los egipcios no estaban dispuestos a renunciar
a su mano de obra gratuita. Así las cosas, Dios indica a Moisés que arroje diez
maldiciones.
Primer plaga: Nilo lleno de sangre.
Con un toque del Bastón de Aarón las aguas del Nilo se convirtieron en
sangre y los peces murieron. Recordemos
que el Nilo no solo era la principal fuente de agua de Egipto, era también la
principal vía de comunicación y la agricultura dependía del cieno negro del
mismo, por lo que no es de extrañar que varios dioses personificaran o
estuvieran relacionados con el cauce. Por ello esta primera plaga debió
significar un golpe bajo para la población egipcia. En la película de Scott el Nilo se tiñe de sangre debido a unos cocodrilos
enloquecidos, pero lo cierto es que no hacía falta recurrir a tales artilugios
para que la escena tuviera impacto o fuera más real. Varios investigadores se
han dado a la tarea de dilucidad qué fenómenos podrían estar describiendo las
plagas egipcias (y otros “milagros” bíblicos). Se ha dicho mucho de cieno,
contaminación con hierro e incluso microrganismos. Yo apostaría por estos
últimos, hay varias especies de algas microscópicas que provocan el fenómeno
llamado “marea roja” que vuelve toxicas las aguas y los animales que viven (y
mueren) en ellas. Otro caso es la Pfiesteria
piscicida, un organismo conocido por matar peses en grandes cantidades en
los cuerpos de agua contaminados. No hay forma de saber si en el Nilo (estos
organismos son comunes en aguas saladas y salobres, no así en aguas dulces)
pero bien pudieron suceder incidentes en el Delta que inspiraran el relato
posterior.

Arte por Muesli-Mix (http://www.deviantart.com/art/No-Faith-In-Frogs-487245976)
Segunda plaga: ranas.
Una plaga que nos hace pensar que el pasaje está basado en un incidente
real y no solo en leyendas y mitos, porque al fin y al cabo ¿Qué daño pueden
hacer las ranas? ¿Qué tipo de castigo divino es que el lugar se llene de ranas?
En cambio la “plaga” tiene sentido si pensamos que algo, o alguien, contaminó
las aguas. Las ranas, en este caso, tendrían la posibilidad de escapar a la hecatombe
ecológica al salir del Nilo y aventurarse a la ciudad. Sin embargo los anfibios
son animales delicados y no durarían mucho alejados de su ambiente natural.

Arte por Amnilam (http://www.deviantart.com/art/Plague-of-frogs-323956270)

Arte por Amnilam (http://www.deviantart.com/art/Plague-of-frogs-323956270)
Tercera y cuarta plaga: piojos y moscas.
La tercera y cuarta plaga siguen la secuencia del desastre ecológico del
Nilo. La contaminación de las aguas, el ambiente insalubre y la repentina
muerte de las ranas de la plaga anterior trae como consecuencia un disparo en
la población de moscas, mosquitos, jejenes, tábanos y toda clase de insectos. Una
vez más el texto bíblico adjudica la autoría a dios, con la colaboración de
Moisés y Aarón, pero como vemos la realidad debió ser mucho más simple.
Quinta y sexta plagas: muerte del ganado y salpullido incurable.
Con la abundancia de insectos era cuestión de tiempo para que las
enfermedades hicieran acto de aparición. Hasta aquí las plagas siguen una
secuencia lógica. Probablemente las urbes egipcias habían alcanzado un tamaño
que les impedía deshacerse de los desechos con eficiencia, contaminando las
aguas del río y causando focos infecciosos. Sin embargo en el texto bíblico encontramos
una exageración de un fenómeno que, probablemente, era recurrente. Lo cierto es
que, de haber sucedido, esta secuencia de plagas probablemente habría tardado
meses o años.
Séptima plaga: granizo y fuego.
El texto habla de granizo mezclado con fuego, pero debemos ser cuidadosos
de entender qué se quiere decir con esta expresión. Así por ejemplo la versión “sagrada
familia latinoamericana” dicta: <<Así lo hizo Moisés, extendió su bastón
hacia el cielo, y Yavé mandó truenos y granizos, e hizo caer fuego sobre la
tierra”. Esto nos da una pista pues sin duda no habla simplemente de una
granizada sino de una verdadera tormenta eléctrica. Debemos a “Los Diez Mandamientos”
la idea de que se habla de un raro
granizo inflamable (cosa que han repetido las películas sobre el éxodo desde
entonces), pero lo cierto es que se habla de un fenómeno natural. De hecho no se dice que Egipto se incendiara,
se dice que murió el ganado (y las personas) que no estaba a resguardo y se
perdieron las cosechas, lo que ciertamente sucede en granizadas fuertes.
Octava plaga: Langostas.
Nuevamente una plaga que no debió ser extraña para los egipcios. Una nube
de langostas llegó del este a consumir todo lo que había quedado después de la
granizada. Sobra decir que estamos ante algo ciertamente natural, pero que
combinado con la plaga anterior nos hace pensar en otro tipo de desastre, esta
vez uno de carácter climático que no solo provocó una potente tormenta eléctrica
con granizo en tierras egipcias sino que alteró el ciclo de vida de las
langostas.
Novena plaga. Tinieblas.
El desastre ambiental continúa y esta vez el cielo se oscurece por tres
días. Solo podemos especular que cosa se quiere decir con esto de la oscuridad.
Evidentemente es imposible que la tierra se detuviera y alterara el patrón día/noche,
pues entonces estaríamos hablando de algo desastroso en todo el mundo (la mitad
del cual hablaría de tres días de luz); en cambio el texto recalca que donde se
asentaban los hebreos había luz. Entonces podemos suponer una de dos cosas: el
autor bíblico se refiere a un cielo completamente nublado o a una oscuridad
literal. En el segundo caso solo podemos asumir algo como una nube de cenizas o
una tormenta de arena tan densa que oscureciera el aire. Acerca de la nube de
ceniza no son pocos los investigadores que han querido relacionar esta plaga
con a la erupción del volcán Santorini, en Grecia, pero esto no es más que una
especulación. Sim embargo la hipótesis de Santorini gana peso al combinar las
tres últimas plagas. La columna de cenizas en el mediterráneo pudo hacer
descender las temperaturas muy rápidamente, causando la rápida condensación y
formación de granizo sobre el delta del Nilo. Esto mismo causaría la alteración
en las langostas. Posteriormente la ceniza caería sobre Egipto provocando la
oscuridad. Pero existe el problema de que no se habla de los días de oscuridad
en los textos egipcios, así que debió tratarse de algo más mundano que una
lluvia de ceniza. Personalmente me inclino por una tormenta de arena, fenómeno que
debió der conocido, y recurrente, en Egipto. Tanto la granizada, como las
langostas y la tormenta de arena indican un cambio brusco en el clima, provocado
tal vez por la erupción del Santorini u algún otro volcán, cerca o lejos de Egipto.
Decima plaga: la muerte de los primogénitos.
La décima plaga tiene todos los elementos para creer que se trata de una
leyenda. Las plagas anteriores hablan de fenómenos naturales más o menos
recurrentes, aunque el texto habla de la selectividad (afecta a los egipcios
pero no a los hebreos). En este caso en cambio se trata de un fenómeno con selectividad
doble: no solo no afecta a los judíos sino que solo afecta a los primogénitos. Los
estudiosos del éxodo se quiebran la cabeza con hipótesis descabelladas sobre monóxido
de carbono y primogénitos dormidos en el suelo, pero en mi opinión la solución
es más simple: eso nunca ocurrió. El hecho de que los hebreos evitaran la
masacre con el artilugio de marcar con sangre sus puertas (y cabe preguntarnos
por qué esta plaga en particular necesitó tal indicación si las anteriores
parecían saber bien la diferencia entre hebreos y egipcios) recalca el carácter
fantástico del pasaje. Es, pues, una fábula o pasaje con relación a las
creencias hebreas y no con algo real.
Así las cosas. De diez plagas seis describen un secuencia de fenómenos relacionados
con las malas condiciones higiénicas, tres describen fenómenos de carácter climático
y uno es, casi con seguridad, una fábula.
Pero no podía terminar este Post sin la escena que hizo grande a las películas
sobre el éxodo: el paso por el Mar Rojo.
Durante todo el pasaje el faraón destaca por ser un mentiroso y un voluble,
cada plaga culmina con su arrepentimiento y su promesa de liberar al pueblo,
cosa que solo cumple después de la muerte de los primogénitos (dios tampoco
queda bien parado, por un lado quiere que su pueblo sea libre pero por el otro “endurece”
al faraón para que no lo haga… “para hacerse grande” a costa de los egipcios). Aun
así el faraón decide recuperar la nada despreciable mano de obra de seiscientos mil esclavos, sin contar mujeres
ni niños. Los hebreos se encuentran un pequeño obstáculo en su camino: el mar. Entonces
Moisés (con la ayuda divina) parte el mar en dos. Nuevamente los estudiosos se
han quebrado la cabeza tratando de dilucidad qué pudo haber provocado un fenómeno
semejante. Para algunos se trataría de un extraño fenómeno, que sí ocurre en
algunas regiones, en que el juego de mareas puede dejar al descubierto pasajes
de tierra donde es posible cruzar por un tiempo limitado de algunas horas. Para
otros el Mar Rojo es en realidad, debido a una mala traducción, el “mar de
juncos”, una laguna con conexión al Mediterráneo que sería afectada por un
tsunami por la erupción del Santorini. Sin embargo no hay que olvidar que el
pasaje del éxodo, como casi toda la biblia, carece de fuentes históricas.
Si nos atenemos a los hallazgos arqueológicos la historia del éxodo resulta
ser muy diferente. Los hebreos, al parecer, no salieron por su propia voluntad
sino que fueron expulsados de Egipto. Los egipcios hablan de la expulsión de
los Hicsos, que habrían llegado no como refugiados (como se asume por la
historia de José) sino como conquistadores desde las tierras de Canaán. Otras teorías apuntan a posibles seguidores
de Akenatón, el Faraón monoteísta. De las
plagas hay poca información, aunque algunas estelas hablan de una “tormenta majestuosa”
o “una gran tormenta” que para algunos podría ser una referencia a la granizada
bíblica o los tres días de oscuridad.
Sea como fuera a los egipcios no pareció importarles demasiado que los judíos
se fueran. No hay registros de las plagas, o de la perdida de tan abundante
mano de obra, lo que si hay son guerras contra potencias y constantes
migraciones de extranjeros a las tierras del Nilo, cosa que los faraones se
dieron la tarea de combatir a mano armada. Quizás lo que para los judíos de hoy
fue una gloriosa liberación para sus ancestros fue una derrota tan humillante
que decidieron enterrarla bajo la leyenda.
Para saber más:
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