Cell, de Stephen King (2006)
No es, por mucho, una de
las novelas más conocidas del “amo del terror”, y tampoco es una de las
mejores. Atrás quedaron “El resplandor” (1977), “IT” (1986) o “Tommynockers” (1987). ¿Qué ha pasado?
¿El amo se vuelve viejo? ¿Nosotros
maduramos? Quizás las dos cosas, lo cierto es que es cada vez más difícil
encontrar algo etiquetado como “terror” que en verdad despierte algo en
nosotros.
La historia nos cuenta las
peripecias de Clayton Riddell, un artista (quienes hayan leído a King sabrán
que sus personajes suelen ser artistas o escritores, haciendo de ello casi una
marca personal… o un burdo cliché) quien es sorprendido en Boston por algo a lo
que solo atina a describir como “el pulso”.
Bien podríamos encajar esta
novela dentro del género del “survival horror” o el de los zombis, que en
últimos años vienen a ser lo mismo. Lo cierto es que “el pulso” que la novela
nos describe tuvo 2 detalles particulares: convirtió a la gente en locos
histéricos y solo afectó a aquellas personas que usaban el celular. Así, de
pronto, la ciudad se llena de dementes que van destruyendo todo a su paso.
Clayton, junto con algunos normales logra escapar del carnaval de locura en que se han convertido
las calles. Comienza así una carrera por sobrevivir y, sobre todo, averiguar
qué ha sido de sus seres queridos. Así
pues King hace una extraña variante del tema zombi, temática que acapararía el
generó del terror luego de que la saga de Twiligth pusiera el último clavo al
ataúd del género vampírico.
No es, con todo, algo
nuevo. Un ejemplo de ello es la película “Crazies” (1973), donde todo un pueblo es
llevado a la locura por un experimento del gobierno, y la cinta “28 días
después” (2002) donde se muestra una Inglaterra destruida por un virus de la Rabia que
convierte a todos en dementes violentos. Así pues Cell entra dentro de la nueva
corriente Zombi de los infectados, donde en muerto viviente ya ni siquiera está
muerto pero ha perdido toda capacidad de raciocinio.
Los personajes ven como las
ciudades arden en un sin sentido. Las cosas se vuelven cada vez más raras pues
la horda demente comienza a mostrar extraños comportamientos como lo que se
describe como “comportamiento de rebaño”, una extraña coordinación en su
desplazamiento, sus comidas y sus siestas. King es conocido por su
excentricidad, trata siempre de llegar más allá de lo aceptable, atreviéndose a
sumergirse en lo netamente ridículo. Así
sucede en esta obra, donde los locos no solo han desarrollado una suerte de
mente colectiva después de perder la individual sino que comienzan a obtener
extraños poderes como entrar en los sueños de aquellos que no fueron víctimas
de “el pulso”, sintonizar música con sus cuerpos mientras duermen y (¡dios
santo!) empezar a volar.
Entonces la historia se
inclina por la inversión de los papeles entre el monstruo y la presa, una vez
que los locos se muestran como una nueva forma de organización humana y los
sobrevivientes como los asesinos nocturnos. Aquí vemos pues la influencia clara
de Richard Matheson y su “Soy Leyenda” (escrita en 1954 y llevada al cine numerosas veces), obra donde el humano termina siendo el
monstruo en un mundo dominado por vampiros. Lo cierto es que King termina por
mostrarnos una distopía de las creencias New Age sobre el “despertar de la
conciencia”. Así para que exista una conciencia colectiva es necesaria la pérdida
de individualismo y al despojarnos de nuestros prejuicios podríamos perder
mucho más y quedar al nivel de los animales. De esta forma los locos de Cell
vienen a ser el experimento fallido de una conciencia colectiva, así se muestra
cuando estos seres empiezan a volar pero muchos caen presa de violentas
convulsiones.
Quizás lo más interesante
es cuando la inversión de los papeles parece haberse concretado. Cuando los
locos son lo suficientemente razonables
para hacer una campaña de conversión. Muchos de los “normales” acuden a
ellos para ser convertidos, reduciendo aún más el número de la resistencia. Los
otrora locos se transforman así en el nuevo orden, ofreciendo la conversión
voluntaria adquieren legitimidad. Por si fuera poco también han adquirido la
capacidad de leer mentes y manipular las acciones de los no conversos. Ello los
convierte en la forma definitiva de justicia. Aquellos que han atentado contra
las comunidades de “locos” son marcados, perseguidos en su propia mente y orillados
al suicidio.
Clayton y sus compañeros
deben enfrentarse a un mundo que ya no los incluye entre sus ciudadanos, un
mundo dominado por el sistema omnipotente y omnipresente de la mente colectiva
que puede ver todos sus movimientos. Paradójicamente, aunque ese superorganismo
tipo hormiguero los ha condenado a muerte, deben temer más a los no conversos
que ven en ellos la fuente de las represalias que los locos han tomado por la
muerte de sus comunas.
Quizás la pregunta más
importante no sea como sobrevivir, sino más bien si vale la pena hacerlo. ¿Cómo
enfrentar a un titán tipo hormiguero?
El final no es tan
sorprendente como cabría esperar. La humanidad logra dar un golpe
suficientemente fuerte como para que el hormiguero pierda su poder y se
disgregue. Pero queda pendiente la situación de Clayton y su hijo desaparecido,
elemento constante a lo largo de la novela. Cuando lo encuentra intenta poner
en práctica lo que un pequeño genio de las computadoras le dijo ¿Es acaso
cierto que todo el pulso fue una especie de borrado del disco duro humano? Si
es así ¿Se puede “reiniciar” a las personas y devolverlas a la normalidad? ¿El
cerebro tiene archivos de respaldo?
King, nuevamente, nos
muestra una historia que capta nuestra atención de principio a fin, pero a la
vez nos queda ese gustillo a que acábanos de leer algo que se adentra demasiado
en especulaciones absurdas. Pero también es cierto que este libro llegó en un momento
en que se le necesitaba. Después del año 2000 se han intentado pocas historias
de terror, en cambio hemos entrado en una “rosificación” de casi todas las
temáticas posibles. Bajo la excusa de la integración hemos visto como uno a uno
de los monstruos de antaño han cambiado a una versión aceptable y positiva. Los
vampiros concretaron su declive con Twilight, la brujería con Harry Potter
(aunque en esta saga sigue presente la magia negra a través de los villanos), y
los alienígenas con “Avatar” (2009) y “Sector 9” (2009). Los zombis lograron mantenerse a
salvo y terminarían por acaparar el cinema de terror.
Con todo el libro Cell pasó
sin pena ni gloria por las librerías.
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