2012, de Whitley
Strieber.
Portada del libro (tomada dehttp://libros.fnac.es/a61336/Whitley-Strieber-2012-El-fin-del-mundo)
Uno más de la basta literatura New Age que infestó las librerías con la
llegada del “apocalipsis maya”. Por fortuna para nosotros se trata de una obra de ficción, aunque con
esto de la Nueva Era siempre hay que estar al pendiente que es lo que se considera
ficción y que se considera realidad.
El libro nos cuenta la historia de Martin Winters, un arqueólogo que está a
punto de descubrir que las pirámides de Egipto son mucho más antiguas de lo que
se pensaba…. Pero antes de lo logre todos los grandes monumentos de la historia
humana vuelan por los aires para abrir paso a enormes lentes oscuras de varios
kilómetros de diámetro que toman posición sobre el globo terrestre. ¿Increíble?
Sin duda, más si consideramos que el mundo en que vive Martin tiene dos lunas,
se divide en cuatro imperios y los ovnis son una realidad científica.
Poco después descubrimos que Martin es en realidad un personaje creado por
Wylie Dale, quien escribe compulsivamente sobre el apocalipsis que viene.
Entonces… ¿Es todo una historia escrita por un loco? No del todo. Conforme vamos
avanzando en la historia ambas historias se revelan como reales, siendo el
escritor una suerte de médium que está siendo utilizado para forzar la abertura
de distintas dimensiones.
Como se los advertí con la literatura New Age hay que tener cuidado con lo
es fantasía y que es realidad. No son pocas las corrientes de la nueva era que
pretenden que la diferencia entre ambas es irrelevante, por no decir
inexistente. Esa es, de hecho, la trama de esta historia. El escritor
protagonista descubre que está en contacto con una realidad alterna donde seres
reptilianos han desatado un pandemónium que se concretará en el 21 de diciembre
del 2012, y que lo usan a él para hacer lo mismo en nuestro mundo ¿Cómo? Pues
por el simple hecho de que alguien sepa de ellos los acerca más a la realidad,
a nuestra realidad. Así, el simple hecho de que el la realidad alterna los
ovnis fueran aceptados como una verdad científica por la nasa de abrió las
puertas a los extraterrestres (aunque deberíamos decir extradimencionales).
Las lentes oscuras se revelan como una especie de portal que deja entrar al
mundo alterno a los reptilianos y su tecnología roba almas. Pero sin duda lo
más interesante es la lucha de Wylie Dale por librarse de su libro, el cual se
empieza a volver demasiado real para él, acercándolo a la locura. Sin embargo
pronto él y su familia, quien hasta ese momento se debatía entre apoyarlo y
mandarlo al demonio, se percatan de que los “personajes” pueden entrar a su
mundo a través de un portal.
No negaré que hay puntos interesantes. Tal es el caso de la interpretación
del alma como impulsos eléctricos y, por tanto, como algo que se puede
manipular; tal es la principal tecnología de los reptilianos de la novela; pero
también está presente la filosofía habitual de la nueva era.
“Unos dedos delicados parecían estar sondeándolo,
los dedos de un ser que estaba profundamente unido a él, a la vida, a todo.
¿Qué era aquello? ¿Estaba vivo el sol?
—Lo está —dijo
Trevor—. Todo está vivo y todo
es consciente. Todas las estrellas, la hierba, los árboles, hasta el más
pequeño de los animales. Y algunos de ellos poseen una conciencia de sí tan
grande como la nuestra. Ya lo verás.”
“El estado en que se encontraban tenía un nombre...
Muchos nombres, de hecho. Bodhi, satori y muchos más.”
También se echa
mano de los supuestos poderes de la mente, tan requeridos por los filósofos de
la nueva era.
“Claro, Trevor podía leer sus pensamientos. Cuando
antes había dicho que no era fácil no había sido del todo sincero.
—No te mentí,
papá. Pero cuando eres como nosotros, podemos leerte. Es más difícil con los
que no han cambiado.
Algo que no
sorprende es que son aquellos que siguen estas máximas de la nueva era los que
se convierten en la esperanza de la humanidad.
También destaca
una la marcada cursilería del autor.
“El amor es el mayor de los tesoros, es lo que
venimos a este mundo a sentir, y debemos aceptar hasta la última gota de él que
podamos encontrar, porque no es como los demás actos de la vida. Casi todo lo
demás se olvida al morir. Los nombres, los hechos, los logros, los fracasos,
todo se queda atrás. Pero el amor no. La Escalera de Jacob tiene otro nombre en
el cielo. Amor.”
“Le rezó a la mano que había resucitado a Osiris
después de que su hermano lo hiciera pedazos, y a Jesús, después de su pasión.
La mano invisible que comunicaba todo lo bueno por medio de los lazos del amor.”
Debo decir que aun la cursilería
no sería un problema grave (a veces sabe sacarle provecho en la narración) si
no fuera porque suele apelar a situaciones que rayan en lo infantil. Así, por
ejemplo, los villanos están prácticamente caricaturizados. Así, por ejemplo,
está esta frase entre dos reptilianos.
“¿Puedes imaginarte lo que podría hacer aquí un
ejército humano? ¡Traer esperanza, alegría incluso, a un pueblo al que sólo se
puede controlar por medio del miedo!”
Y a veces el
texto tiene un aire de regaño, de discurso y de curso de gurú barato:
“Pero los serafines se habían infiltrado entre ellos
para difundir la falacia de que no éramos más que un cuerpo, de que no había
ningún alma aprehensible al conocimiento y la ciencia, y que la propia ciencia
era una extraña exploración que nada tenía que ver con el reino de Dios, cuando
en realidad no había ciencia digna de ese nombre que no tuviera como objeto el
cielo y el satori.”
El final es enteramente predecible y, si, muuuuuuuuuy cursi. Lo más
destacable es la dificultad del autor al tratar de describir los tres mundos simultáneamente
en un final que se siente muy forzado y
sacado de la manga.
Con todo es una novela que te mantiene entretenido... a ratos. Increíblemente tiene
acción lo suficientemente dinámica para querer saber qué es lo que sigue cada
vez que terminas un capitulo, pero de momentos resulta chocante y deseas terminarlo tanto para saber el final como para dejar de leerlo de una buena vez. Pese a toda la parafernalia de la nueva era, su cursilería
y su evidente intención de “aleccionar” logra ser ficción mas o menos decente.
Lamentablemente todo esto queda sobrando pues todos sabemos que el 2012 ya
pasó. ¿Un “best seller” con fecha de caducidad? ¡Vaya invento!
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