lunes, 14 de julio de 2014

Cell, de Stephen King (2006)



Cell, de Stephen King (2006)





No es, por mucho, una de las novelas más conocidas del “amo del terror”, y tampoco es una de las mejores. Atrás quedaron “El resplandor” (1977), “IT” (1986) o “Tommynockers” (1987). ¿Qué ha pasado? ¿El amo se vuelve viejo?  ¿Nosotros maduramos? Quizás las dos cosas, lo cierto es que es cada vez más difícil encontrar algo etiquetado como “terror” que en verdad despierte algo en nosotros.
La historia nos cuenta las peripecias de Clayton Riddell, un artista (quienes hayan leído a King sabrán que sus personajes suelen ser artistas o escritores, haciendo de ello casi una marca personal… o un burdo cliché) quien es sorprendido en Boston por algo a lo que solo atina a describir como “el pulso”.
Bien podríamos encajar esta novela dentro del género del “survival horror” o el de los zombis, que en últimos años vienen a ser lo mismo. Lo cierto es que “el pulso” que la novela nos describe tuvo 2 detalles particulares: convirtió a la gente en locos histéricos y solo afectó a aquellas personas que usaban el celular. Así, de pronto, la ciudad se llena de dementes que van destruyendo todo a su paso.
Clayton, junto con algunos normales logra escapar del carnaval de locura en que se han convertido las calles. Comienza así una carrera por sobrevivir y, sobre todo, averiguar qué ha sido de sus seres queridos.  Así pues King hace una extraña variante del tema zombi, temática que acapararía el generó del terror luego de que la saga de Twiligth pusiera el último clavo al ataúd del género vampírico.
No es, con todo, algo nuevo. Un ejemplo de ello es la película “Crazies” (1973), donde todo un pueblo es llevado a la locura por un experimento del gobierno, y la cinta “28 días después” (2002) donde se muestra una Inglaterra destruida por un virus de la Rabia que convierte a todos en dementes violentos. Así pues Cell entra dentro de la nueva corriente Zombi de los infectados, donde en muerto viviente ya ni siquiera está muerto pero ha perdido toda capacidad de raciocinio.
Los personajes ven como las ciudades arden en un sin sentido. Las cosas se vuelven cada vez más raras pues la horda demente comienza a mostrar extraños comportamientos como lo que se describe como “comportamiento de rebaño”, una extraña coordinación en su desplazamiento, sus comidas y sus siestas. King es conocido por su excentricidad, trata siempre de llegar más allá de lo aceptable, atreviéndose a sumergirse en lo netamente ridículo.  Así sucede en esta obra, donde los locos no solo han desarrollado una suerte de mente colectiva después de perder la individual sino que comienzan a obtener extraños poderes como entrar en los sueños de aquellos que no fueron víctimas de “el pulso”, sintonizar música con sus cuerpos mientras duermen y (¡dios santo!) empezar a volar.
Entonces la historia se inclina por la inversión de los papeles entre el monstruo y la presa, una vez que los locos se muestran como una nueva forma de organización humana y los sobrevivientes como los asesinos nocturnos. Aquí vemos pues la influencia clara de Richard Matheson y su “Soy Leyenda” (escrita en 1954 y llevada al cine numerosas veces), obra donde el humano termina siendo el monstruo en un mundo dominado por vampiros. Lo cierto es que King termina por mostrarnos una distopía de las creencias New Age sobre el “despertar de la conciencia”. Así para que exista una conciencia colectiva es necesaria la pérdida de individualismo y al despojarnos de nuestros prejuicios podríamos perder mucho más y quedar al nivel de los animales. De esta forma los locos de Cell vienen a ser el experimento fallido de una conciencia colectiva, así se muestra cuando estos seres empiezan a volar pero muchos caen presa de violentas convulsiones.
Quizás lo más interesante es cuando la inversión de los papeles parece haberse concretado. Cuando los locos son lo suficientemente razonables  para hacer una campaña de conversión. Muchos de los “normales” acuden a ellos para ser convertidos, reduciendo aún más el número de la resistencia. Los otrora locos se transforman así en el nuevo orden, ofreciendo la conversión voluntaria adquieren legitimidad. Por si fuera poco también han adquirido la capacidad de leer mentes y manipular las acciones de los no conversos. Ello los convierte en la forma definitiva de justicia. Aquellos que han atentado contra las comunidades de “locos” son marcados, perseguidos en su propia mente y orillados al suicidio.
Clayton y sus compañeros deben enfrentarse a un mundo que ya no los incluye entre sus ciudadanos, un mundo dominado por el sistema omnipotente y omnipresente de la mente colectiva que puede ver todos sus movimientos. Paradójicamente, aunque ese superorganismo tipo hormiguero los ha condenado a muerte, deben temer más a los no conversos que ven en ellos la fuente de las represalias que los locos han tomado por la muerte de sus comunas. 
Quizás la pregunta más importante no sea como sobrevivir, sino más bien si vale la pena hacerlo. ¿Cómo enfrentar a un titán tipo hormiguero?
El final no es tan sorprendente como cabría esperar. La humanidad logra dar un golpe suficientemente fuerte como para que el hormiguero pierda su poder y se disgregue. Pero queda pendiente la situación de Clayton y su hijo desaparecido, elemento constante a lo largo de la novela. Cuando lo encuentra intenta poner en práctica lo que un pequeño genio de las computadoras le dijo ¿Es acaso cierto que todo el pulso fue una especie de borrado del disco duro humano? Si es así ¿Se puede “reiniciar” a las personas y devolverlas a la normalidad? ¿El cerebro tiene  archivos de respaldo?
King, nuevamente, nos muestra una historia que capta nuestra atención de principio a fin, pero a la vez nos queda ese gustillo a que acábanos de leer algo que se adentra demasiado en especulaciones absurdas. Pero también es cierto que este libro llegó en un momento en que se le necesitaba. Después del año 2000 se han intentado pocas historias de terror, en cambio hemos entrado en una “rosificación” de casi todas las temáticas posibles. Bajo la excusa de la integración hemos visto como uno a uno de los monstruos de antaño han cambiado a una versión aceptable y positiva. Los vampiros concretaron su declive con Twilight, la brujería con Harry Potter (aunque en esta saga sigue presente la magia negra a través de los villanos), y los alienígenas con “Avatar” (2009) y “Sector 9” (2009). Los zombis lograron mantenerse a salvo y terminarían por acaparar el cinema de terror.
Con todo el libro Cell pasó sin pena ni gloria por las librerías.

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