domingo, 8 de marzo de 2015

Los Ilusionistas (2013)



Los Ilusionistas (2013)

 
 Cartel de la pelicula (tomado de http://es.doblaje.wikia.com/wiki/Los_ilusionistas:_Nada_es_lo_que_parece)

Ahora que estoy tomando un curso en el DF debo moverme mucho en autobús. La mitad de las veces viajo en horarios que me permiten tomar una siesta tranquila, pero la otra mitad de las veces voy despierto y debo chutarme la película que se exhiba en el viaje. No sería gran problema de no ser que las películas que suelen mostrar son o muy populares (lo cual es bueno) o meros trabajos de segunda que no lograron recaudar suficiente en taquilla y DVD’s y terminaron vendidas a la franquicia de autobuses.
“Los ilusionistas”, cuyo título original fue “Now You See Me”, entra en la segunda categoría. No fue bien recibida por la crítica. Aún los sitios más condescendientes le dan apenas un 50 % en sus calificaciones. Si bien hay algunas críticas buenas estas siempre recalcan que la película es “entretenida”, más no inteligente o sensata.
La película va sobre cuatro magos que son contactados por alguien misteriosos que les entrega una carta de tarot a cada uno. Por un lado tenemos a “Daniel Atlas”, un ilusionista más o menos famoso. Henley Reeves, una escapista. Merritt McKinney, un mentalista e hipnotista caído en desgracia. Y, finalmente, a Jack Wilder, un carterista.  Los cuatro deciden ir a la dirección marcada en sus cartas, ahí presencian un truco automatizado y una proyección  holográfica. Después de eso la película salta un año, los cuatro forman un equipo de magos en Las Vegas y son sumamente famosos… aunque sea su primera presentación.
Hasta aquí todo va bien, siempre y cuando seas ingenuo o pongas tu sentido crítico en el nivel más bajo. Puedo creer que alguien se interese en reunir a este equipo sacado del fondo del costal, pero no me trago la parte del hipnotista que duerme a sus víctimas y les borra recuerdos con un golpecito en la frente, y embauca a diestra y siniestra.
Siguiendo con la película, que nos hizo el favor de evitarnos datos que podrían interesarnos, como saber cuál fue el desarrollo en las relaciones de estos personajes durante su año perdido o como le hicieron para conseguir patrocinadores. No. lo que nos muestra es a estos cuatro haciendo ilusionismo y robando un banco francés e ante la mirada de todos. Para sorpresa de las autoridades el dinero desapareció en verdad para caer como lluvia sobre el alegre público.
Evidentemente las autoridades deben tomar el asunto en sus manos ¿Y qué es lo que hacen? Llevan a los cuatro a interrogatorio. Ok. No es como si hubiera más personas implicadas, todo el Staff del espectáculo por ejemplo, o más testigos, como todo el público de esa noche. Sin duda los cuatro personajes en el escenario son suficientes para saber que pasó ¿Lógico no?
La cosa sigue y sigue. El ilusionista hace un truco de manos, liberándose de las esposas, aplicándoselas al detective Dylan Rhodes (verdadero protagonista a partir de este punto, acompañado de la agente de interpol Alma Dray) y metiendo la llave en una lata de refresco.  Si, sería una buena secuencia si no fuera porque el personaje de Atlas es sumamente molesto y que no llega uno a creerse el truco. Ok. Un ilusionista no debe tener mayores problemas en abrir unas esposas, pero uno se pierde en la parte de la lata. También tratan de vendernos la idea de que el personaje del público que usaron para “entrar” al banco francés fue hipnotizado para tocar música clásica (sin instrumentos claro, solo en su mente) cada vez que alguien diga la palabra “mentira”. Ese truco es algo que toleraría en una caricatura, no en una película que pretende ser inteligente. Sobra decir que la hipnosis no funciona así, y aunque abundan trucos similares es bien sabido que en esos casos el supuesto hipnotizado es miembro del Staff, es decir que es parte del truco. En esta película, en cambio, se irán por el camino opuesto y tratarán de vendernos la idea de que la magia es real.
El FBI, aun en las narices de la interpol, libera a los cuatro sospechosos aparentemente porque fincar cargos en su contra sería “admitir que la magia existe”. Aquí vemos que los guionistas no hicieron su tarea. Este argumento es sumamente débil, sobretodo porque en ningún momento los magos negaron su participación sino que estuvieron dando rodeos a los interrogadores. Es más, que me disculpen pero creo que el ilusionista Atlas aceptó de lleno su participación en un delito al decir que no importaría cuán rápido fuera el FBI ellos estarían siempre tres pasos adelante.
Entonces el detective decide recurrir a Thaddeus Braddley (interpretado por Morgan Freeman), un caza magos famoso que filmó el acto. Este personaje explica cómo fue realizado el truco… y nos damos cuenta que el FBI ni siquiera se preocupó por revisar la locación donde se llevó acabo el acto-robo. ¿Cómo se supone que investigan en esta película? Braddley tiene que explicar al detective que el dinero fue robado y sustituido por dinero falso y combustible del tipo que, supuestamente, los magos usan. ¿Pero cómo violaron la seguridad en primer lugar? Nuevamente el hueco argumental se hace presente, pues la explicación no es otra que decir que los guardias son tontos.  
Los “cuatro jinetes”, como se hacen llamar estos magos, realizan su siguiente acto en Nueva Orleans. Nuevamente en pleno acto roban miles de dólares, esta vez de su benefactor, mismos que reparten entre la gente del público que había sido defraudada por dicho personaje. A partir de este momento no solo nos tratarán de vender la idea de que la magia es real, sino que nos hablaran de una “hermandad” de magos que la han hecho de “Robín Hood” desde los tiempos de los faraones. Suena a la pacotilla regular de la nueva era y eso está bien, da algo de verosimilitud como parafernalia del medio… pero luego veremos que se tomaron el asunto demasiado en serio.
A partir de este momento también tendremos que asumir que el personaje de Morgan Freeman es el malo… ¿Por qué? ¡Porque desenmascara magos!  Alguien parece olvidarse que así como hay una tradición de magos y faquires también hay una larga tradición de cazadores de embaucadores. Desde Harry Houdini, quien fue mago y escapista pero también se dedicó a desenmascarar charlatanes espiritistas, hasta James Randi, quien desenmascaró al mismísimo Uri Gueller. ¿Cómo se las arreglan para poner de malo a alguien que desenmascara charlatanes? Desde que el personaje abre la boa recalca una y otra vez que solo le importa la fama y el dinero. Es decir que los ilusionistas ladrones son los buenos, el que trata de descubrir el truco es el malo. lamentablemente el traje de Robín Hood le queda algo grande a unos personajes de los que no sabemos casi nada pues no han tenido desarrollo alguno, lo más que vemos de ellos es la parafernalia de sus actos que, obviamente, suena a discurso prefabricado y resulta algo molesto. Los creadores tuvieron el mal tino de asumir que el personaje que los ilusionistas representan en su acto es su yo verdadero y no un personaje.
Los detectives tratan de seguir la pista de estos fugitivos, lo cual no habría sido necesario si los hubieran arrestado en el primer acto. Como es de esperarse los magos se les escapan y, nuevamente, el FBI y la Interpol quedan en ridículo. Como detalle extra mencionaré que los detectives tienen la ocurrencia de usar un sistema de rastreo que, aparentemente, Atlas pone a todo su Staff. En ningún momento les pasa por la cabeza que el que la persona que siguen tenga el control del sistema de rastreo puede no ser una buena idea. Como se lo imaginaran terminan viéndoles la cara.
El siguiente acto se realiza en Nueva York. El detective, al enterarse de que su teléfono fue Hackeado  el detective Rhodes tiene la genial idea de usarlo para rastrear a los magos, truco que ya demostró no ser confiable. De alguna forma se las arreglan para encontrar el escondite de la pandilla y ahí enfrentan a Wilder, quien aparentemente muere al intentar escapar. Mientras tanto los magos se las arreglan para robar una caja fuerte que estaba bajo la supervisión del FBI. ¿Cómo lo hicieron? Con una mezcla de hipnosis e ilusionismo. Los tres magos restantes hacen una última presentación en la azotea de un edifico. Desaparecen en medio de una nube de billetes falsos mientras la policía trata de arrestar unos maniquíes. Mientras tanto el dinero aparece en el auto de Thaddeus Braddley, quien es arrestado pues desde hace media película la policía sospechaba de un “quinto jinete”.
Braddkey logra descifrar el último truco, pero entonces el detective Rhodes, quien hasta el momento ha mostrado una máscara de escéptico, se revela como el verdadero “quinto jinete”. Posteriormente se revela que este personaje es el hijo de un mago a quien Braddley arruinó, orillándolo a morir en un truco desesperado de escapismo.
OK. No me molestaría tanto este desenlace si no fuera porque implica que este personaje, prácticamente el único que tiene algún desarrollo y que vemos la mayor parte del tiempo, en realidad estuvo haciéndose el tonto toda la película. Esto tampoco sería tanto problema si la trama hubiera sido inteligente, pero como vemos la investigación contra los magos estuvo hecha con las patas desde el principio y darnos cuenta de que ello fue porque el detective era de hecho la cabeza de la banda es un tanto desmoralizante.
La historia de la venganza contra el hombre que destruyó al padre, contra la aseguradora que desamparó al huérfano y su familia, y contra la empresa que construyó la caja fuerte tenía su mérito, pero lo echaron a perder al recurrir al argumento de la sociedad secreta egipcia como última carta bajo la manga. ¿La magia es verdad? ¿Los magos son Robín Hood? Los escritores, luego de darnos una trama con huecos colosales, abusan de nuestra credulidad.
Los personajes de los magos no se desarrollan, incluso la escapista sale sobrando pues nunca saca a relucir sus dotes en la película (los otros tres tienen al menos algún momento estelar). Los personajes llegan a ser molestos. El “villano” está muy forzado, prácticamente tiene que recitar que es mezquino y egoísta, solo lo salva la actuación relajada de Morgan Freeman. El final es genuina basura, los escritores trataron de aplicar el truco de los magos de señalar a donde no está el verdadero truco pero les salió muy mal.